Hoy, 24 de febrero, se cumplen 201 años de la muerte de G.C. Lichtenberg. N. concluirá esta serie publicando no uno, no dos… sino tres aforismos del autor.
N. espera que la lectura de Lichtenberg haya resultado placentera y que se animen leerlo más allá del no-blog.
Se habla mucho de la Ilustración y se desean más luces. Pero, ¿de qué sirve tanta luz, Dios mío, si la gente no tiene ojos, o, si los tiene, los cierra intencionadamente?
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Lo que más frena la tensión de nuestros impulsos es ver en posesión de la fama a gente que, estamos convencidos, es indigna de ella.
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Algo de la fama de los hombres más famosos se debe siempre a la necia miopia de sus admiradores, y estoy convencido de que la conciencia de ser examinados por gente con menos fama, pero más inteligencia que ellas, les amargaría toda su fama a esas personas. El verdadero, plácido disfrute de la vida sólo puede darse en la verdad. Newton, Franklin, ésos sí eran hombres dignos de ser envidiados.