N. presenta un nuevo cuento de BaNG
No entiendes esa obsesión. Esa neurótica compulsión por saber, estar siempre sincronizados… tic toc tic toc...
Como el legendario capitán del gancho en la mano, no los abandona el ruido del reloj. Respiran, hablan, beben y lo miran.
Despliegas tu manga en busca de tu reloj. Encuentras sólo una fina capa de vello resaltando sobre tu piel.
Calculas la hora y te das cuenta que quizás llegarás tarde. ¿Qué más da si cada segundo que pasaste ha sido grato?
Ah, pero ellos… tic toc tic toc… no entenderán. Envueltos en la compulsión te verán entrar, mirarán su muñeca y te amonestarán por los agonizantes minutos que pasaron, respirando en silencio, esperando tu llegada.
Miras frente a ti y un hombre mira su muñeca, sus ojos parecen saltar de sus órbitas, frunce el ceño,; apura el paso. Te ríes. No te sigue el tic toc tic toc.
Llegas.